¡Hola a todas!
Lamento haber demorado la vuelta al blog pero entre que sigo en sintonía de viaje y que estoy llena de fotos, preferí tomarme unos días extra para preparar un post con la dedicación que ustedes se merecen.
¿Qué tal estas semanas? Sé que en Capital estuvo lloviendo más de lo imaginado y que el otoño finalmente decidió quedarse entre nosotros. ¿Cómo van llevando la rutina? Es increíble que ya casi estemos pisando mayo... ¡¿cuándo pasó esto?! Recién me estaba despidiendo de ustedes y deseándoles Feliz Navidad. Con mis vacaciones pasó lo mismo: ya estoy de nuevo en casa luego de haber soñado con el viaje durante varios meses. Pero estoy muy contenta, debo confesar. Me encanta volver al hogar, a mi cotidianidad y a no tener que caminar todos los días por más de 5 horas. Eso es lo que pasa cuando viajo a Europa: se trata de caminar, caminar y caminar. Es la mejor forma de conocer, me queda claro; pero los pies me quedan a la miseria.
Trataré de ser breve con el relato porque entre tantos fotos y texto quizás se queden dormidas.
¿Comenzamos? Como ya les he contado (y quizás lo habrán seguido por redes sociales), estuve en Londres y en Madrid. El primer destino nos era muy familiar pero el segundo fue completamente nuevo. En el post de hoy les contaré sobre Londres.
Fue mi tercera vez allí, disfruté de la ciudad y de todos esos rincones favoritos pero no quedé fascinada. Fue como ir de paseo a un lugar cómodo, conocido e ideal pero nada me deslumbró. Lo cierto es que de los 7 días que estuvimos, en cada uno de ellos hicimos algo distinto y siempre apareció una calle, un barrio o un lugar por primera vez. Londres es así: nunca carece de buenos planes.
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Querida Londres, nunca podemos negarnos a tu invitación a caminarte y descubrirte. |
El día de nuestro arribo fue el cumpleaños de Diego y teníamos reserva en Brasserie Zédel. Este restaurante también cuenta con un bar (Bar Americain) y ambos espacios son de estilo parisino, bien años '20. El lugar es hermoso por dónde se lo mire. Justo esa anoche tocaron música en vivo y aprovechamos de bailar una pieza entre las mesas ♥ Me sentía como en una película.
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La foto no es la mejor pero comí un cangrejo que era una obra de arte |
En otra oportunidad nos fuimos a Borough Market, un mercado gourmet con múltiples propuestas para comer y beber, paseando por la calle con copa en mano y aprovechando la mayor cantidad de bocados posibles.
Ese mismo día nuestra cita principal era en The O2 Arena, un estadio enorme que convoca tanto eventos musicales como deportivos. Además cuenta con muchísimos restaurantes adentro así que es como estar en una mini ciudad. ¿Y a qué recital fuimos? ¡A ninguno! Teníamos entradas para ver el combate de box por el título de los Pesos Pesados entre Anthony Joshua (el gran favorito y ganador) contra Charles Martin. Me encanta el box así que fue una experiencia única.
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El único problema fue que la pelea principal duró sólo 2 rounds. Por suerte llegamos temprano así que vimos cerca de 7 peleas anteriores y tuvimos box por largo rato. |
En otra de nuestras jornadas, Diego tuvo la idea de tomar el ferry para inventarnos un paseo por el Támesis. La nave en cuestión es un trasporte público que se paga con la Oyster Card (como nuestra SUBE) y que te lleva por varios puntos de la ciudad. Como nos habíamos perdido la chance de ir en un tour, nos subimos a este colectivo acuático (!) y bajamos en una de sus estaciones. De esta forma pudimos encontrar un nuevo punto de la ciudad que nos encantó: Cannary Wharf.
Esta zona es super moderna y acá se encuentran muchos edificios de oficinas además de algunos shoppings. También se puede llegar vía subte pero el paseo en ferry fue de lo más hermoso, sobre todo al volver apreciando las luces en plena noche londinense.
Aunque siempre decimos que en el próximo viaje a Londres sí o sí tenemos que visitar Bath (y también es una de las frases que usamos como excusa para volver), nuevamente no cumplimos con el plan pero sí nos fuimos de paseo a Oxford. Todo allí es muy Harry Potter -no soy fan de la película pero gran parte se filmó ahí-, parece detenido en el tiempo pero no por eso antiguo. Cada esquina es digna de postal: desde las calles fuera de la terminal de trenes hasta los bellísimos jardínes de la Universidad de Oxford.
Londres no tiene una gran oferta gastronómica. A ver, no me malinterpreten: tiene muchos lugares para comer y muy bien pero no cuenta con platos fuertes propios salvo el pie (algo similar a un pastel de papas) y las hamburguesas. Sin embargo se nutre de varias culturas y por ello sobran las opciones para probar menúes de diversos países.
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En el plato de Diego, un pie de carne. Yo fui por la hamburguesa. Esto fue en uno de los tantos pubs que se encuentran en la ciudad. |
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Un postre que merece un cuadro a pocas calles de Harrods. |
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Mi Fast Food favorito en todo el mundo: Wasabi. Siempre como sushi pero hay otros platos japoneses (fríos y calientes). En esta oportunidad nos sentamos en el local de Piccadilly Circus. |
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Nunca falta la comida italiana. Pesto y Bolognesa, esas fueron nuestras salsas. A pasitos de Oxford Street, en la esquina de Primark. |
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Delicias dulces en el mercado de Camden (visita obligada si van a Londres). |
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Comida griega en Bayswater: Kalamaras |
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Grind: fabulosos tragos en pleno Shoreditch. |
A nivel fashionista, la frutilla de todo el viaje estuvo dada por el azar que nos llevó caminando a dos lugares que no conocía: el Victoria and Albert Museum y la National Portrait Gallery. El primer museo es una belleza y contiene toda una sala que retrata la historia de la moda según las décadas del siglo XX y la ropa que se usaba en cada período. Amé los años '20 y los '30, tan femeninos y sofisticados.
El segundo museo cuenta la historia a través de retratos de personajes famosos de todas las épocas. Además presenta muestras especiales cada año y justo estaba la exhibición por los 100 años de la revista Vogue. Por desgracia no se podían sacar fotos pero pude ser testigo del camino recorrido por la revista observando sus tapas, fotos no publicadas, páginas de varios de sus números y videos.
Un deleite.
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Charlotte Rampling en sus treintas. Esta y otras fotos se observan de forma gratuita en el museo. Lo único que se paga es la entrada a la exhibición especial. |
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Hasta aquí el recorrido por Londres. Demasiado resumido para mi gusto pero ya de por sí es un post muy largo y entiendo que hoy, si bien vale el contenido, es el tiempo el que escasea.
Espero sus comentarios, preguntas y opiniones ☺
¡Nos leemos por acá!